“Algunas estrellas pueden ser brillantes, pero no señalan el camino. Eso ocurre con el éxito, el dinero, la carrera, los honores y los placeres cuando se convierten en nuestra vida”, aseguró el Papa. El Santo Padre, Francisco, nos invitaba, no hace mucho tiempo, a no dejarse engañar por el dinero, la sed de poder y de riqueza, y en su lugar nos pedía ayudar a los necesitados.

El pasado lunes, recibía una llamada de teléfono preguntándome si las venerables reliquias de San Francisco de Borja, se encontraban en este momento en mi parroquia. El interlocutor, afirmaba ser de Gandía y decía haber estudiado en el colegio de los PP Jesuitas pero, por motivos de trabajo, actualmente residía en la capital valenciana. Me dijo: “He seguido muy de cerca la visita de las reliquias del Santo Duque a Gandía, me consta que ha sido todo un éxito y quiero saber si ya están de regreso en su parroquia de Valencia porque quisiera ir a venerarlas. Profeso gran devoción a este santo desde mi juventud.”

He de confesarles que, esta conversación, aparentemente sin importancia, me llevó a una profunda reflexión...

Claro que yo también estoy siguiendo muy cerca esta visita histórica, a nuestra archidiócesis de Valencia, por segunda vez en la historia, del arca-relicario que contienen los restos óseos del que fuera IV Duque de Gandía. Por supuesto que me estoy sintiendo muy feliz por la acogida y la repercusión que están teniendo el paso de las santas reliquias, por tantos pueblos y lugares vinculados a la vida del santo valenciano. Claro que me alegro de todo lo que estoy viendo y oyendo, en cierta manera, también porque veo “recompensado” tanto esfuerzo y trabajo previo llevado a cabo pero, a pesar de todo esto, estoy convencido de que son más los frutos espirituales que vamos a recoger de esta visita, que los logros humanos y materiales que ya estamos contemplando con nuestros ojos. Estoy convencido de que, tantos ratos de oración, de tantos fieles valencianos, venerando las reliquias del duque santo, traerán a nuestras parroquias, a nuestros pueblos y ciudades, a nuestras familias, y a nuestra archidiócesis de Valencia, abundantes dones del Espíritu que nos harán descubrir lo que es realmente esencial, lo que decía el Papa Francisco y que tan bien podría resumir la vida de Borja: la sed de poder y de riqueza, de éxito y de honores humanos, no llenan de sentido la vida del hombre, lo que nos hace grandes es el amor a Dios y a los hermanos especialmente a los más pobres y necesitados.

Pedro Miret Giner, sacerdote