Invisibles y desiguales

23-10-2023  |  Las Provincias

Avanza la noche y los restaurantes, las terrazas, las tiendas, cafeterías y bares de Valencia van cerrando. Esta ciudad, que durante el día ha acogido a miles de visitantes, ahora se prepara para la noche. El escenario es totalmente distinto. La oscuridad y el silencio de la noche hace que las personas “Sin Hogar” vayan ocupando de nuevo sus puestos.

El pasado mes de julio llegaban hasta nosotros, a través de las redes sociales o de los medios de comunicación social, las imágenes de un hombre en situación de sinhogarismo que estaba siendo agredido, en Vilanova i la Geltrú, por cuatro personas que le golpeaban. Por desgracia estas imágenes no son aisladas. Son muchas las ocasiones en que las personas que malviven en nuestras calles, padecen este tipo de agresiones. Sin ir más lejos, no hará muchas semanas, nuestra asociación visitaba en un hospital de Valencia, a una persona que atendíamos en la calle porque había sido víctima de una brutal agresión en un parque público.

Las personas en situación de sinhogarismo no sólo ven restringido su derecho a una vivienda digna, sino que también ven amenazada su integridad. Son personas que están cerca de nosotros pero no las vemos.

Necesitamos aprender a mirarlas con los ojos de Jesucristo, con ojos de misericordia. Pero hay también quienes las ignoran de forma deliberada, y quienes las rechazan, las excluyen, o dirigen su odio y violencia contra ellas. Con demasiada frecuencia asistimos indefensos al horrible espectáculo que nos ofrece la crueldad y el odio, y una desgarradora indiferencia y desprecio ante estos hermanos nuestros. El saber popular proclama que: “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver”, o aquel otro refrán que dice: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Es necesario que, en nuestra sociedad prime la justicia y el respeto, la empatía y el amor hacia todas aquellas personas con los que compartimos nuestra existencia. ¡Todos somos hermanos!

Pedro Miret Giner, sacerdote