Tomarse en serio la Encarnación

15-01-2024  |  Las Provincias

El día de Navidad escuchábamos en el evangelio: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (Jn 1,14). Este acontecimiento, irrepetible y único, cambió el rumbo de la humanidad. Dios se encarnó por amor. La respuesta del hombre a este amor, está en acoger a Dios y en apostar por el hombre. Acoger la Encarnación es acoger a Dios y embarcarse en la aventura del hombre.

La Encarnación, la vida divina de Dios, continúa en el mundo a través de nosotros. Estamos llamados a tomarnos en serio la Encarnación. Dios nos salva a través de la Encarnación, entrando en nuestra vida humana. No tomarse en serio la Encarnación es no tomarse en serio al ser humano. No tomarse en serio ni al Amor ni el amor. Él trae su vida divina a la humanidad, y quiere que comencemos a vivir, incluso en este mundo, una vida divina. Estamos llamados a configurar nuestra vida diaria encarnándonos. Haciéndonos semejantes a Él y de la misma manera que Él, desde abajo. No hay verdadera encarnación si ésta no pasa por estar al lado del pobre, del necesitado de los descartados de la tierra. Seamos reflejo de ese amor sin ninguna otra pretensión que declarar que lo que hacemos, no lo hacemos por nosotros mismos sino porque la misericordia de Dios obra en nosotros y, sencillamente, no podemos dejar de hacer lo que hacemos porque negaríamos nuestra verdadera identidad de hijos de Dios.

Al inicio de este nuevo año 2024, podríamos preguntarnos: Dios se ha encarnado para mí, ¿Cómo estoy encarnando su vida y su amor en mi vida diaria?

¡Pongámosle cara al amor de Dios!

Pedro Miret Giner, sacerdote